¿Por qué hablan de Educación Coral cuando quieren decir Instrucción Musical?

 Una de las cosas que siempre me han llamado la atención es que con gran diferencia, la práctica coral educativa es posiblemente una de las menos inclusivas de todo el ámbito de la educación musical, al menos en Europa. A todos nos llamaría mucho la atención ver, por ejemplo, cómo un proyecto educativo de percusión corporal se ofreciera solamente a aquellos niños que estudian un instrumento de música  (excluyendo por lo tanto a los que no lo hacen), para poco a poco,  convertirlo en una practica musical principalmente orientada a los varones, con una perspectiva eminentemente masculina y además, con una abrumadora oferta de grupos de percusión corporal exclusivamente masculinos donde se les mostrara como un modelo musical ejemplar. 

Bien, esto es exactamente lo que se hace, fundamentalmente en la tradición europea en el ámbito de la práctica  coral con niños, adolescentes y jóvenes. Todo esto lo afirmo porque aún sigue siendo muy usual encontrarnos con proyectos corales que nacen en escuelas de música (donde sólo asisten los que estudian allí un instrumento), y que con el paso de los años, generan coros eminentemente femeninos, con grupos corales de jóvenes adultos o de adultos, donde las mujeres son a todas luces, las "supervivientes" de ese sistema coral.  En mi opinión, para poder hablar de una auténtica Escuela Coral, esta debe cumplir los siguientes requisitos:

  1. Debe ser universal a lo largo de todas las etapas que comprenda, por lo tanto, abierta a todo tipo de personas, independientemente de dónde procedan y de su background musical previo.
  2. Esto hace especialmente recomendable que sean los centros de enseñanza general los que se encarguen de formar dichas escuelas corales al menos en sus inicios, ya que tan sólo un colegio o un instituto reúnen dicha impronta universal que nos permita ofrecer la practica del canto coral a todo tipo de alumnado.
  3. De lo anterior también se deduce que dicha práctica coral debe ser dirigida por igual tanto a hombres como a mujeres, a lo largo de toda la vida de los cantantes, desde la edad infantil hasta la adulta, e incluso más allá,  lo que sin duda, nos llevará a un modelo coral mixto e inclusivo a lo largo de la vida, lo que no quiere decir que no haya agrupaciones de distinto género, pero donde todas ellas están compensadas de forma paritaria por grupos corales antagónicos, para asegurar que la educación coral no discrimina a nadie por su pertenencia a un sexo o a otro.
  4. Todo lo anterior no es incompatible con el hecho de que un proyecto de educación coral, en un momento dado, cuando sea necesario, rebase las fronteras del canto coral escolar para convertirse en un proyecto municipal o de barrio, o social, o todo ello a la vez, donde colaboren distintas instituciones, como escuelas de música o conservatorios, asociaciones, etc. 
Por supuesto que todo esto no invalida que haya proyectos corales en escuelas de música y conservatorios de grado elemental o medio o superior, así como en las universidades. Pero no deben ser los únicos, ni tampoco el origen del movimiento coral. Hacerlo así sería como aseverar que la practica deportiva estaría limitada solamente a los que asisten a un gimnasio, o incluso peor, que dicha práctica fuera inexistente o inconcebible fuera de los mismos...¿ridículo, verdad? Pues exactamente esto es lo que hacemos cuando negamos la educación coral a nuestros niños y jóvenes escolares, para reservarla exclusivamente a los estudiantes de música que asisten a centros especializados. Por esta razón, entre otras, una vez más, ahora y siempre, abogo de nuevo por una reflexión colectiva que nos ayude a comprender la sustancia de la  educación coral como lo que debería ser (y nunca debió de dejar de ser): 
  1. Escuela: inclusiva, universal
  2. Coral: cantar juntos
Todos conocemos muy bien que en la practica coral las palabras "selección, acceso, pruebas" son muy conocidas por todos. Quizás demasiado, y quizás con muy poca reflexion acerca de cómo usarlas, y sobre todo, para qué. Afortunadamente, no siempre es así. En EEUU, por ejemplo,  han empezado a aflorar, cada vez más,  escuelas corales (como el proyecto "American Young Voices" o "Young People's Chorus of New York City") donde se abogan  por estos principios, y se ponen en practica de forma brillante, en contraposición con la, a veces, rancia tradición europea de contemplar la practica coral a través de las únicas gafas de la interpretación escénica, poniendo todo el énfasis en el producto final, sacrificando por ello, el proceso, y lo que es peor, todos los que se quedan (casi siempre los chicos), por el camino.






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