REPERTORIO ESCOLAR PARA JÓVENES

Siempre que se  habla de repertorio juvenil (ya sea instrumental o vocal) en el ámbito educativo, generalmente se tiende a pensar que el factor decisivo para acercar la práctica musical a los jóvenes está en la Enculturización, es decir, en acercar la música escolar al ámbito cultural en el que los jóvenes ya están inmersos, o dicho de otro modo, que la música escolar incluya la música que los jóvenes ya conocen, es decir, que ya escuchan. Este proceso, supuestamente, por sí solo, sería suficiente para que los jóvenes se interesaran por la práctica musical, y pasaran así, como por "arte de magia", de la escucha a la praxis, de escuchar su música favorita, a cantarla en coro o tocarla en un grupo instrumental. 

Sin embargo, este planteamiento choca frontalmente con otros dos no menos trascendentales, a saber, la Escolarización y el Entrenamiento. Sí, si, habéis leído bien, he dicho entrenamiento porque la  Música es un arte pero se aprende como si fuera una disciplina física, porque al final, es preciso practicar una serie de habilidades corporales y destrezas físicas de un modo sistemático, continuado y mantenido en el tiempo. Y además, en el medio escolar en concreto,  este training se realiza en un medio social, colectivo, con todo lo que ello implica, por eso también he mencionado la palabra Escolarización, aunque también nos hubiera valido la de Socialización. 

Por esta razón, la dualidad entre escucha y práctica es la misma que existe en el deporte entre público y deportista. Es cierto que muchos de nuestros alumnos jóvenes ya son aficionados a la música por medio de la escucha (más o menos atenta, o más o menos superficial, dependiendo de cada caso) de sus bandas y artistas favoritos, pero, pasar a la práctica es otra cosa. Y esta es la tarea principal de la Educación Musical, ¡pasar a la práctica!  Por lo tanto, la primera cuestión a tener en cuenta sería no tanto el repertorio, sino cómo ayudar a los alumnos/as a enfocar esa práctica musical con éxito. Es decir, asegurar un proceso de aprendizaje secuencial, basado en el aprendizaje progresivo de distintas técnicas específicas y una evaluación adecuada de las mismas, para que los alumnos puedan evidenciar por sí mismos sus progresos. A la escuela se viene a aprender lo que NO sabemos hacer. Esta es la grandeza de la Pedagogía. 

Por supuesto que el repertorio debe moverse en un ámbito "dialógico", es decir, en un compromiso continuo entre el punto de vista cultural de los jóvenes (supuestamente informal) y el de los docentes (supuestamente formal y académico) pero en realidad esto NO es lo más importante. Quedarnos en este debate sería como discutir si los alumnos en educación física deberían jugar más al baloncesto o al fútbol, cuando lo realmente importante es que,  jueguen a lo que jueguen, que aprendan CÓMO se hace. Esto es lo que en realidad esperan de nosotros, qué les enseñemos a cantar, o a tocar, o a bailar, o a componer, etc. 

Para concluir, diré que en mi opinión, el aprendizaje de destrezas musicales concretas y aplicables a corto plazo es la clave para el éxito de la enseñanza musical escolar. Sólo así los/las  alumnos/as podrán experimentar en primera persona que ellos también pueden desarrollar su identidad musical, y que todos, en realidad, podemos aprender música. Luchar contra el falso mito de que la música es sólo para unos pocos talentosos es aún la piedra angular del reto educativo al que nos enfrentamos día tras día, en cada aula. 



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